Un haz de amargura lo envolvió en ese instante.
Como si algo inesperado fuera a ocurrir.
Algo no buscado ni querido.
Se había cortado el hilo.
La espera había terminado.
Lo que nunca comenzó derivó en un triste final.
Otra vez se había equivocado.
Esta vez sin siquiera haberla encontrado.
La sonrisa latente se apagó.
Hubo una creciente desolación.
Volvía la noche oscura y fría.
La esperanza perdida nuevamente.
Padeciendo el silencio interior, el cual hizo mucho
ruido.
Fue mayor que otras veces.
La angustia parecía infinita.
Sólo derramó una lágrima.
Fue tan pesada y estuvo tan cargada que era
demasiada.
Una tristeza concentrada que lo hizo estremecer
hasta el final.
(C) Daniel Oliva ~ Martes 31 Mayo 2011 ~ 14:20 hs.
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