miércoles, 16 de septiembre de 2015

INSISTIENDO POR AMOR

INSISTIENDO POR AMOR

Era muy perseverante, insistente, constante, inclaudicable, no había casi nada que lo hiciera dejar su impulso de lado, estaba motivado por mucho amor y eso lo llevaba adelante todo el tiempo, más allá de cualquier complicación, más allá de cualquier desplante, de cualquier frase o actitud negativa. Si llamaba y atendía el contestador automático dejaba un mensaje. Si lo atendía pero le cortaba enseguida porque estaba ocupada, la llamaba más tarde, si tampoco lo atendía, la llamaba al día siguiente en otro horario, hasta que alguna vez podían hablar sin problemas de tiempo. Si le mandaba un mensaje y pasaba todo el día sin recibir respuesta, le enviaba otro, si al día siguiente aún no había tenido respuesta, le enviaba un nuevo mensaje y así hasta que por fin le llegara alguna novedad de ella. Probaba todas las posibilidades de envío de mensajes, de correo electrónico, por los mensajeros instantáneos, por las redes sociales; en cada lugar virtual en donde ella estuviera registrada él le enviaba un mensaje, y en algún momento ella los leería y alguno iba a contestar, y él los chequeaba todos varias veces por día. Si la invitaba a salir un viernes pero ella no podía, entonces la invitaba el sábado, si tampoco podía, la invitaba el domingo, y así sucesivamente hasta que aceptara encontrarse con él. Había algo en esa mujer que él no podía discernir bien, se había enamorado a primera vista y ella había respondido de la misma forma al principio, fueron días de mucho entendimiento y de mucha pasión. Pero sin que aparentemente ocurriera nada que provoque un distanciamiento comenzó esta etapa de poco contacto, no habían tenido ninguna discusión y en cada encuentro ambos sentían una atracción muy grande, tan solo contacto de sus manos ya les hacía sentir felicidad. Sin embargo una noche él advirtió un brillo distinto en los ojos de ella, al despedirse ella bajó su mirada al piso, se quedó muy silenciosa, no mostró su sonrisa habitual y entró en su casa, mientras él se quedaba contemplándola, admirando su belleza y su elegancia.
Una cosa él estaba seguro y era que a esa mujer no podía abandonarla, tenía que seguir tras ella agotando todas las instancias. Había algo en su interior que no lo dejaba desistir, a pesar de tener acumuladas varias cuestiones que hubieran sido determinantes en otro caso para cortar el vínculo con total justificación. Hasta por momentos, acusando algo de saturación, ya casi ni le importaba si iban a continuar la relación, él estaba empecinado en averiguar qué era lo que a ella le estaba pasando y porqué se estaba alejando de él sin explicar motivos.
Hasta que un día ella aceptó volver a verlo y se encontraron en un bar a la tarde temprano, un horario en el cual los únicos que estaban eran ellos, y esto no era casual, así lo quería ella, que hubiera poca gente o nadie, porque se había decidido a contarle los motivos del alejamiento y prefería que no hubiera nadie cerca que pudiera escuchar su historia. Al encontrarse él la abrazó pero ella no acompañó el abrazo, se quedó quieta, quiso besarla en los labios pero ella movió su cara poniendo su mejilla para recibir el beso. Era un comienzo poco promisorio para ese reencuentro, pero él igual estaba contento de tenerle en frente nuevamente, al sentarse se quedaron en silencio un minuto mirándose a los ojos, él quería tanto ver esos ojos marrón verdosos, que según como le diera la luz se veían más o menos claros, y esa tarde tenían una tonalidad diferente, denotaban una manifiesta tristeza.
Entonces ella comenzó a hablar y le dijo que para continuar con él era necesario que le contara algunas cosas de su vida porque no podía ocultar su pasado, era algo que la perseguía y la hacía sufrir, y era necesario que supiese su historia, aunque sea sintéticamente, para poder entenderla y aceptarla con sus virtudes, sus defectos, sus errores, los cuales también él tenía, pero no se podían comparar con lo que ella le contó. Lentamente comenzó su cronología:

-Cuando mi mamá quedó embarazada de mí no quería tenerme, pero se le pasó el tiempo para el aborto y de mala gana lo fue aceptando, nunca sentí el amor de mi madre. Mi papá abusó de mí desde los 7 años. Él era alcohólico y violento y le pegaba a toda la familia, hasta un día en un ataque de furia mató a nuestro perro que le ladraba, la querida mascota familiar, lo degolló con un cuchillo de cocina delante de todos. Por otros motivos mi papá  fue detenido y estuvo en la cárcel unos años. Durante ese período mi mamá se enfermó y la internaron. Cuando estábamos solos mi hermano me violó una noche que regresó de bailar borracho, yo tenía 14 años. Un tiempo después quiso hacerlo de nuevo pero se lo impedí a los golpes. Cuatro años después, al enterarme que iban a liberar a mi papá de prisión, como ya había terminado el secundario decidí irme de mi casa y lo hablé con un amigo del colegio que me gustaba, con quien nunca habíamos salido solos, sí en salidas grupales, como él también tenía problemas familiares, con su complicidad nos pusimos de acuerdo para irnos juntos. Juntamos cosas de valor y les robamos plata a nuestros padres y un día nos fuimos a la terminal de ómnibus y nos fuimos. Nos instalamos en un hotel muy económico de la capital de otra provincia donde nadie los conocía, la mayoría de los que se alojaban en ese hotelucho eran inmigrantes de países vecinos. La primera noche que dormimos juntos pensó que él iba a intentar tener sexo conmigo, pero la tensión en la que estábamos hizo que no pasara nada, me abrazó y nos quedamos dormidos, pero ni siquiera me besó y esto fue una decepción para mí. Unos días después mi amigo me confesó que tenía inclinación homosexual, si bien nunca había estado con un hombre, sabía desde siempre que no quería estar con mujeres y que le atraían los hombres, y que no se animaba a hablarlo en su casa y por eso quiso irse-hizo una pausa para tomar un poco de agua mineral, mientras él la miraba en silencio sintiéndose bastante sorprendido por cómo venía la historia, la cual ella continuó relatando.

-Buscamos trabajar de lo que sea y en esa búsqueda una mujer me engañó y me llevó a la prostitución. Un tiempo después un cliente que venía conmigo bastante seguido me dijo que se había enamorado de mí y me propuso que si dejaba esa actividad se casaba conmigo, dudé un poco pero unos días después le dije que aceptaba y dejé el trabajo, de inmediato él me exigió que me fuera a vivir a su casa y al día siguiente me pasó a buscar con su auto y llevé todas mis cosas. Era un hombre muy cariñoso que me llevaba como diez años, de pronto sentí que tenía un padre, un hermano, un amigo y un amante todo en la misma persona, que me cuidaba y me halagaba con regalos y con lindas palabras. Comencé a trabajar a su lado en su comercio de electrodomésticos, le iba bien, a ambos nos gustaba atender gente y fue aprendiendo las características de los artículos para poder ofrecerlos a los clientes. Me tomó mucho aprecio porque veía que trabajaba muy bien, que le servía en todo, tanto en la casa como en el negocio. Nos fuimos sintiendo muy unidos y entonces fuimos organizando todo y unos meses después nos casamos y por primera vez en mi vida sentí que podía ser feliz. Nos fuimos de luna de miel y al regresar vivimos el mejor y más lindo período de entendimiento.

-¡Qué bien! Por suerte mejoró tu vida-le dijo él con una sonrisa.

-Esperá que la cosa todavía no terminó. Comencé a estudiar una carrera corta de Consejero psicológico. Así pasaron tres años entre que trabajaba en el negocio, estudiaba, conociendo gente, haciendo amigas nuevas, saliendo de fines de semana y de vacaciones en el verano. Fue una vida que hasta se me hizo rutinaria, pero no tenía problemas y estaba contenta. Cuando tuve el título hicimos una fiesta. Poco después quedé embarazada. Fue problemático desde el comienzo y tuve una hemorragia que me hizo perder el embarazo. Quedé sumida en una gran depresión y comenzaron a recetarme psicofármacos, los cuales todavía hoy sigo tomando porque se me generó una adicción muy difícil de superar. Los familiares de él me apoyaron mucho y también amigas que ya me había hecho en esa ciudad.

-Conozco una forma de dejar los psicofármacos, hubo una doctora inglesa que hizo muchos estudios y elaboró un informe que se llama Manual de Ashton que te explica una forma gradual de dejar cualquier adicción a los psicofármacos conocidos como benzodiacepinas-le dijo él para brindarle una posible solución al problema adictivo.

-Está bien, me interesa pero después me lo contás mejor lo del manual. Te sigo contando, fui saliendo de a poco, superando ese mal trance, también fui a un terapeuta, hice yoga y concurría una vez por semana a un grupo de ayuda en una iglesia. Pero en todo este tiempo nos fuimos distanciando de mi marido, quien volvió a frecuentar el prostíbulo y a tomar más de la cuenta. Ya no me trataba tan bien. Una noche de verano muy calurosa yo estaba muy cansada y me acosté, por el calor solamente tenía la bombacha y él al verme semidesnuda, teniendo alguna copa de más, se inspiró y quiso tener sexo, me negué cada vez que me insistía, pero inesperadamente se enojó y me levantó la voz por primera vez, me insultó y me sometió con violencia, me puso boca abajo y mientras me penetraba, me presionaba con tanta fuerza en la espalda para que no pudiera escaparme que casi no podía respirar. Al soportar esta nueva violación decidí irme esa misma noche. Esperé que se durmiera, cuando estaba roncando tomé una valija, la llené con mis cosas rápidamente, me llevé todo el dinero que tenía guardado, más el que le saqué a él y salí a la calle, al primer taxi que pasó le pregunté si me podía llevar a otra ciudad que quedaba a 150 km de distancia, pactamos el precio y me llevó. Y aquí me instalé hace dos años, estuve sola hasta que te conocí a vos y me enamoré desde el primer día, pero luego no supe qué hacer. Eso quería contarte, esta es mi historia, si te asusté lo entiendo, pero no podría seguir con vos si no te cuento todo esto-le dijo mientras se le asomaban las primeras lágrimas en sus ojos.

-Te agradezco mucho que me cuentes todo esto, la verdad no sé qué decir ahora, tal vez sea mejor no decir nada, son muchas cosas terribles, lamento tanto que te haya pasado todo eso. Ahora me doy cuenta porqué sentía tanto por vos, algo en mi interior me decía que no podía abandonarte y por eso insistía con mis mensajes y mis llamados, sabía que algo pasaba. A mí me pasaron cosas también pero será mejor hablarlo otro día-le dijo él que al verla lagrimear se contagió y no pudo evitar que le corriera una lágrima de cada ojo.

-¿Entonces quiere decir que vamos a volver a vernos?-le preguntó ella entre lágrimas y un intento de sonrisa.

-Sí, por supuesto que vamos a volver a vernos-le dijo mientras se levantaba para correr la silla y ponerse al lado de ella, muy cerca como para abrazarla, acariciarle el pelo y besarla en la mejilla, lo que hizo que ella se entregara en un llanto más intenso, escondiendo su rostro en el pecho de él, dejándole la camisa empapada en lágrimas. Cuando se calmó, se incorporó y se limpió la cara usando varios pañuelitos descartables. Todo su maquillaje quedó arruinado. Los ojos le quedaron rodeados de un halo negro de rimel corrido. Ella le dio un beso en los labios y se fue al baño a recomponerse. Al regresar se sentó quedando abrazada, porque él había dejado su brazo sobre el respaldo de la silla de ella, y lo miró a los ojos a la corta distancia en la que estaban, tenía el rostro lavado, estaba con una expresión de mucha calma e insinuaba apenas una sonrisa elevando suavemente las comisuras de sus labios, mantenía su boca cerrada y esperaba que él le dijera algo. La miraba disfrutando su belleza natural pero sin saber realmente cómo seguir, le dijo que ya había pagado la cuenta y que tenía ganas de caminar por un parque cercano.

-Está bien, salgamos, despejémonos, me gusta ese parque, vayamos antes de que el sol se oculte-dijo ella.

Salieron a caminar tomados de la mano por la avenida hasta que llegaron al gran parque, se internaron hasta el centro donde había un lago artificial y una escultura de bronce de un ángel tocando una trompeta. Casi no se hablaron, los dos se quedaron sumidos en sus pensamientos, se sentaron en una banco frente al lago, había patos que pasaban nadando y a unos metros de donde estaban una señora, que había llevado migas de pan en una bolsita, comenzó a tirarlas al agua y los patos se concentraron a su alrededor compitiendo por esas migajas. Se quedaron mirando ese evento y luego se besaron en los labios varias veces hasta que entraron en un beso de larga duración y profundidad. Al terminar esa secuencia romántica, todavía con dudas, ella le preguntó:

-¿Vamos a seguir?

-Sí, con o sin tu historia yo quería seguir, dejemos el pasado atrás, lo que pasó ya no se puede arreglar, ni lo tuyo ni lo mío, perdonemos a todos, perdonémonos a nosotros mismos por nuestros errores y sigamos adelante. Solamente tenemos este presente en donde nos sentimos muy bien cada vez que nos vemos. Y el futuro no está hecho, aprendamos de todo lo que pasó y hagamos el mejor futuro posible juntos-al escuchar esto, ella lo abrazó muy fuerte, sintiendo mucho amor hacia este hombre que podía llevarla a un período de nueva felicidad, se volvieron a besar profundamente hasta que oscureció. Luego él la invitó a cenar a su casa por primera vez, pidieron comida preparada. Conversaron muy amenamente mientras cenaban. Ella no tuvo dudas en quedarse a dormir con él, las otras veces habían estado en hoteles, pero esta vez era su departamento, era su hogar. Una intimidad muy grande comenzó a gestarse esa noche, tuvieron una sola relación íntima, pero sus cuerpos permanecieron muy pegados hasta el amanecer, un símbolo de lo que sería su continuidad, una pareja tan unida como pocas veces alguien había visto.

(C) Daniel Oliva ~ Miércoles 16 de Septiembre de 2015 ~ 02:15 hs.